El pasado 8 de diciembre la noticia de que el matrimonio igualitario había sido aprobado en Tlaxcala, inundó los titulares nacionales. Y es que, a pesar de que en Ciudad de México ya es un hecho desde hace 10 años, el resto del país seguimos en la lucha por que nuestros derechos sean garantía.

El debate sobre el matrimonio entre personas del mismo sexo ha sido objeto de numerosas y variadas investigaciones a escala global. 

Estuvo ausente en la década de los 80´s, cuando la demanda principal era solamente la descriminación. 

Posteriormente se transformó la ‘regulación legal de las parejas del mismo sexo’ en una de las demandas simbólicas más importantes de los movimientos LGBTTTIQ durante la década de los 90. Y comenzó a consolidarse, durante la década de los 2000.

¿Por qué es tan importante está demanda? Podemos decir, que el matrimonio provee varias de las necesidades asociadas a la vida social y, por tanto, este reconocimiento que se realiza a través de una institución, tiene numerosos efectos sociales, económicos y legales que afectan positivamente a las personas que lo contraen.

El matrimonio confiere una serie de beneficios públicos y laborales que van dirigidos tanto a la pareja en su conjunto, como es el caso de los subsidios familiares, como a cada uno de los cónyuges, como son la posibilidad de suplir al cónyuge fallecido en sus beneficios. Estos derechos y beneficios son atribuidos a cada persona en razón de su pertenencia a una categoría general de sujetos y permite la satisfacción del reconocimiento universal. 

Pero en este país parece que cada estado tiene ciudadanxs de primera, segunda y tercera categoría, es decir, no todxs podemos acceder a este derecho, solo por que mi pareja no es el estereotipo heteropatriarcal que socialmente me han marcado. 

Parece que los derechos se obtienen midiendo tu heterosexualidad, y no por el simple hecho de ser ciudadanx.

En Guanajuato este es un tema que no ha logrado avanzar, y aunque hay propuestas, solo se quedan en eso, meramente una propuesta. 

Por eso a nuestros legisladores les dejamos está pregunta: Y Guanajuato ¿para cuándo?

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